sábado, 31 de enero de 2009





Hay mucho de magia humana en mi existencia. Soy como un imán de los siglos hacia el que gravitan disímiles textos que, una vez filtrados por el bien que inspiras, van a dar a estas hojas. Ideas, en un inicio dispares, se repelen, Se increpan, se miran de reojo y, poco a poco, tentadas a la convivencia, se van acomodando entre sus puntos comunes; se reconocen y hasta Se gastan alguna que otra broma con tal de resultarte familiar.
Soy fruto de muchos pensadores; mi edad, por tanto, es toda y es ninguna. Dependo totalmente del descubrimiento de tu mirada para hacerme presente. Viajando de tus ojos a tu imaginación, entre aciertos y desaciertos, voy emergiendo como un ente al que lo definen tus reflexiones. Aspiro a escalar hasta ese punto cimero de una idea para dejarte allí una sencilla huella de amor. De ser así, quedo en tus manos —es decir: en tu interpretación-, inmensamente agradecido y eternamente tuyo…
E] diablo ilustrado
“Hay que inventar" es una frase escuchada a cada rato y no precisamente como llave del progreso humano. El “invento” -para algunos-, lejos del resultado de un estudio científico o del virtuosismo del arte, es una forma turbia de asumir la vida para sacarle provecho. De esta manera, INVENTAR es el verbo que designa la cualidad de ser pícaro, buscavidas, negociante o, en fin, vivir del cuento —sin ser escritor.
Dice un amigo trovador en una canción:
Pasas la vida calculando cual si hubiera guerra
usando al pobre Maquiavelo como espada,
si el viento está del Sur gritas poemas de tu tierra,
si está del Norte usas slogans de piratas.
Tu voz, una veleta.
Tu patria, una bufanda
Calculadores y oportunistas: pobres seres que andan buscando astutamente el hueco turbio por donde colarse, cazadores de ocasiones para sacarle provecho sin valorar las consecuencias de sus actos. No les importa a quién dañen: el caso es salir a flote, porque ―desde su corta visión- la vida es una selva y por tanto su ley es la del más fuerte.
Este tipo de personaje suele decir que el dinero es como un sexto sentido, sin él no podemos desarrollar los otros cinco. En otras palabras, estamos hablando del pragmatismo maquiavélico. Pragmatismo es el pensamiento que solo acepta las cosas por su valor práctico, por el provecho que se les pueda sacar; y maquiavélico, es el comportamiento definido por una famosa frase que ha marcado a Maquiavelo el fin justifica los medios. De este engendro "filosófico” se desprende que no importa a quién se aplaste, el caso es llenarse el bolsillo.
El pretexto para asumir una postura tan ruin sin tener complejo de serlo -porque a nadie le gusta reconocerse un indigente moral—es que los tiempos son duros y hay que "escapar“, lo cual converge con el "sálvese quien pueda" muy usado en buena parte del mundo―lo que me hace sospechar que hay un gran barco que se hunde. No deja de tener razón el "pícaro” en eso de que los tiempos son difíciles; pero su justificación me recuerda que quien no sabe bailar le echa la culpa al piso.
El escritor Eduardo Galeano describe este mundo patas arriba;
Caminar es un peligro y respirar es una hazaña en las grandes ciudades del mundo al revés. Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros duermen por el pánico de perder las cosas que tienen. El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa, nos reduce a la soledad y nos consuela con drogas químicas y con amigos cibernéticos.
Estamos condenados a morimos de hambre, a morirnos de miedo o a morimos de aburrimiento, si es que alguna bala perdida no nos abrevia la existencia.
Es la mentalidad que siembra la sociedad de consumo con su sacrosanta competencia, donde la tabla rasa que lo mide todo es el resaltar por encima de los demás a fuerza de tener. Vales en tanto tengas es el credo que sirve de motor impulsor a lo que llaman "modernidad" o “progreso". A base de propaganda, intentan convencernos de que esas son las reglas de la naturaleza; el mercado es competir, por tanto a unos les tocan ganar y a otros perder; tienes la oportunidad de ser un triunfador y si no lo logras no te puedes quejar “te toco", "la vida es así", no trenes "talento". Cada día se torna más, el mundo, una manada de lobos donde los pobres —inmensa mayoría— deben lanzar dentelladas para escalar y los ricos —cada vez menos- tienen que levantar muros para esconderse de la realidad y no caerse.
Si es cierto que esta época incrementa la injusticia con ese poderío diseminado desde una sociedad irracional, hay que decir que ningún tiempo ha sido fácil. En el siglo XlX Martí describe el suyo de esta manera:

¡Ruines tiempos, en que no priva más arte que el de llenar bien los graneros de la casa, y sentarse en silla de oro, v vivir todo dorado; sin ver que la naturaleza humana no ha de cambiar de como es, y con sacar el oro afuera, no se hace sino quedarse sin oro alguno adentro! ¡Ruines tiempos, en que son méritos eximio y desusado el amor y el ejercicio de la grandeza!
Por eso hay que crear un mundo distinto, donde el orden sea otro; donde rodos tengan, no esas ilusorias oportunidades, sino las reales; como la de pleno acceso a la educación y que sea ella -no el canibalismo- quien conduzca aI trabajo decoroso, algo que será´ un derecho en un mundo donde se mida al ser por lo que ES y no por lo que POSEE, v en el que cada cual tenga lo que tiene que tener.
En cualquier época han existido quienes buscan la felicidad en su crecimiento espiritual y quienes la buscan en la acumulación de objetos, desconociendo, estos últimos, que el primero de los bienes, después de la salud, es la paz interior, como dejo escrito La Rochefoucauld.
No te dejes arrastrar por quien esgrime al temporal como bandera de la piratería humana; a ese le podemos decir que el estado del tiempo lo da el lnstituto de Meteorología. Y, venga el cielo despejado o no; donde hay alma no hay fantasmas. El que se cree “vivo“, que "se las Sabe todas" y es un "bicho" porque escala ladinamente, no es más que un pobre ser vacio, con un proyecto de vida limitado y es el tiempo quien le pasa la cuenta: el medio más fácil de ser engañado es creerse más listo que los demás, Precisamente, la dificultad mayor de esos seres estriba en que desprecian e ignoran a los otros, quien se cree un hombre (o mujer) de éxito no escucha al supuesto perdedor, Por lo regular su mecánica de pensamiento lo lleva a tildarle de iluso, tonto; entonces no tienes más remedio que pensar como Courteline: pasar por idiota a los ojos de un imbécil es un placer de infinito buen gusto.
Un breve cuento del poeta Libanes Khalil Gibran Jalil, quien vivió entre los años 1889 v 1931, pone en juego estos valores;
Una vez un hombre desenterró en su camino una estatua de mármol de gran belleza. Y Se la llevó a un coleccionista que amaba todas las cosas bellas, y el coleccionista la compró por un alto precio. Y se separaron. Y mientras el hombre volvía a su casa con su dinero, pensó y se dijo a sí mismo: ¡Cuánta vida este dinero representa ¡¿Cómo puede alguien darlo por una simple piedra esculpida, muerta e ignorada en el seno de la tierra por un millar de años?
Mientras tanto, el coleccionista que estaba mirando su estatua y pensando, se dijo a si mismo: ¡Qué belleza! ¡Qué vida! ¡Qué sueño de alma grande! Y tan fresca como el suave dormir de un millar de años. ¿Cómo puede alguien dar todo eso por dinero, muerto y sin sueños?
Se que las carencias engendran miserias humanas, pero no porque la gente de bien pierda valores sino porque en los momentos duros se caen los antifaces y el verdadero rostro de cada cual queda al desnudo: en tiempos de bonanza cualquiera parece un caballero o venerada doncella.
Cuando quieras sopesar a un ser humano, no hay nada mejor para colocar en la balanza que su concepto de triunfo en la vida.
Solo estarás ante dos tipos de especie; los que buscan la vía mas fácil y rápida —no importa cuán turbia— para TENER y los que se trazan un largo sendero -no importa cuán empedrado― para llegar a SER. Valen, al final, los que se imponen retos a sí mismos porque saben que lo que hagas sin esfuerzo y con presteza, durar no puede ni tener belleza, al decir de Plutarco.
Vivimos ciertamente en días donde se intenta robotizar a la humanidad con la filosofía del mercado. Poderosos medios masivos expanden por el mundo la pseudocultura del TENER, la que les interesa a los mercaderes imperiales. Bajo el pretexto del entretenimiento nos embobecen proponiéndonos un modo de vida fatuo, sin espíritu, sin razón. De ahí que esté de moda la banalidad, la desilusión. Por suerte, habitamos una isla que se ha dedicado a enfrentar la ley de la selva —esa que le siembra colmillos a las personas para que se muerdan unas a otras en busca del estatus tasador. Pero no estamos A salvo de las influencias; por eso topamos, de cuando en cuando, con uno de los que ven en el hombre al lobo del hombre (léase también; mujer, y loba) y se refieren peyorativamente a la gente emprendedora, soñadora, desprendida, honesta y hasta creen, incluso, que esas virtudes son solo una máscara para ocultar el rostro de gente como ellos. Y es que, como dijo Martí: reconocer la virtud es practicarla. En eso se conoce al que es incapaz de la virtud, —en que no la sabe conocer en los demás. El hombre que lo niega todo, a quien se niega es a sí mismo.
Pena debemos sentir por los "picaros" que desperdician su vida llevando como máxima el eslogan de los mercaderes: time is money, que no quiere decir ―como dulcemente solemos traducir –el tiempo es oro (lo que, poéticamente, apruebo; el tiempo es algo muy valioso) sino el tiempo es dinero; con lo cual se pone al ser humano al servicio de las cosas, en lugar de estar las cosas al servicio de los seres humanos.
Nada de esto es nuevo: son las leyes económicas que rigen al capitalismo, las que han ido desarrollando, en la competencia de su mercado, la necesidad creciente de estimular a los consumidores. De manera que no es un mercado diseñado para satisfacer las necesidades del hombre (y la mujer): tienen que diseñar al hombre (y la mujer) para satisfacer las necesidades del mercado. Para que los compradores sean cada día más compradores y no decaiga la competencia, tienen que sembrar la sed de avaricia con más intensidad; de ahí que todos los mensajes que recibe un ser humano desde que se levanta hasta que se acuesta— mediante vallas, prensa, televisión, radio, etc. sean: compre, compre, compre, usted puede tener; puede ser tan importante como la estrella del cine, del deporte o equis duque o princesa, si logra tener lo que ellos exhiben. En la medida en que los medios masivos se desarrollan, este bombardeo deshumanizador es más intenso; pero, en esencia, son las viejas leyes que Martí interpreto desde sus génesis nada menos que en el Nueva York de 1886. Te propongo detenernos en este fragmento de un artículo que escribió entonces, para entender mejor esa ola de avaricia que baña a buena parte del mundo de hoy:
En este aire sin generosidad, en esta patria sin raíces, en esta persecución adelantada de la riqueza, en este horror y desdén de la falta de ella, en esta envidia y culto de los que la poseen, en esta deificación de todos los medios que llevan a su logro, en esta regata impía y nauseabunda, crecen los hombres de las generaciones nuevas sin más cuidado que el de si, sin los consuelos y fuerzas que trae la simpatía activa con lo humano, y sin más gustos que los que puedan servir para la ostentación del caudal de que se envanecen, o los que apagan los fuegos de la bestia o la fiera que desarrolla en ellos su vida de acometimiento y avaricia. No es el hermoso trabajo, ni la prudente aspiración al bienestar, sin el que no hay honor, ni paz, ni mente seguras: es el apetito seco, afeado por el odio y desdén a los oficios en que se la logra con honradez y lentitud. Lo que admiran es el salto, la precipitación, la habilidad para engañar, el éxito; y se fían en el que ha engañado más.
La existencia, ese tiempo y espacio del que disponemos para habitar el único mundo conocido hasta ahora; el de los vivos, debe aprovecharse buscando el enriquecimiento espiritual que es, a fin de cuentas, el que nos acerca a la felicidad. No es desdeñable la lógica aspiración a mejorar las condiciones materiales, pero el objetivo vital no debe ser TENER sino CRECER. Dijo un gran escritor indio, Rabindranath Tagore: el que lleva su farol a la espalda, no echa delante más que su sombra. Deja pasar al pícaro, ese no va lejos; proyéctate hacia el mañana cultivando virtudes y tendrás sorpresas en cada amanecer y la salud mejor ―la de quien vive en paz consigo mismo. El éxito es fácil de obtener, lo difícil es merecerlo, como escribiera Camus. No te propongas escalar sino respirar la vida y darle todo tu empeño a cada obra que te propongas; si te lo reconocen, bien, y si no, también; de todos modos eres como quieres ser.
El mal tiempo y el tiempo hermoso están dentro de nosotros, no fuera; en tus manos está tu felicidad. Tu mundo puede ser un poema si sabes leer los versos que te circundan a cada instante. Nunca pienses que eres poca cosa para emprender la más elevada maravilla. Si no me Crees a mí, escucha a Walt Whitman:
¡Quienquiera que seas¡, el movimiento y la reflexión
son para ti,
El navío divino surca el divino mar por ti.
¡Quienquiera que seas¡, eres el hombre o la mujer
por quienes la tierra es sólida y líquida,
Eres el hombre o la mujer por quienes el sol y la luna
están suspendidos en el firmamento,
Para nadie más que para ti son el presente y el pasado,
Para nadie más que para ti es la inmortalidad,
Cada hombre para si y cada mujer para si,
es la palabra del pasado y del presente,
y la palabra verdadera de la inmortalidad;
Nadie puede adquirir por otro ―nadie,
Nadie puede desarrollar por otro ——nadie.