sábado, 31 de enero de 2009





Hay mucho de magia humana en mi existencia. Soy como un imán de los siglos hacia el que gravitan disímiles textos que, una vez filtrados por el bien que inspiras, van a dar a estas hojas. Ideas, en un inicio dispares, se repelen, Se increpan, se miran de reojo y, poco a poco, tentadas a la convivencia, se van acomodando entre sus puntos comunes; se reconocen y hasta Se gastan alguna que otra broma con tal de resultarte familiar.
Soy fruto de muchos pensadores; mi edad, por tanto, es toda y es ninguna. Dependo totalmente del descubrimiento de tu mirada para hacerme presente. Viajando de tus ojos a tu imaginación, entre aciertos y desaciertos, voy emergiendo como un ente al que lo definen tus reflexiones. Aspiro a escalar hasta ese punto cimero de una idea para dejarte allí una sencilla huella de amor. De ser así, quedo en tus manos —es decir: en tu interpretación-, inmensamente agradecido y eternamente tuyo…
E] diablo ilustrado
“Hay que inventar" es una frase escuchada a cada rato y no precisamente como llave del progreso humano. El “invento” -para algunos-, lejos del resultado de un estudio científico o del virtuosismo del arte, es una forma turbia de asumir la vida para sacarle provecho. De esta manera, INVENTAR es el verbo que designa la cualidad de ser pícaro, buscavidas, negociante o, en fin, vivir del cuento —sin ser escritor.
Dice un amigo trovador en una canción:
Pasas la vida calculando cual si hubiera guerra
usando al pobre Maquiavelo como espada,
si el viento está del Sur gritas poemas de tu tierra,
si está del Norte usas slogans de piratas.
Tu voz, una veleta.
Tu patria, una bufanda
Calculadores y oportunistas: pobres seres que andan buscando astutamente el hueco turbio por donde colarse, cazadores de ocasiones para sacarle provecho sin valorar las consecuencias de sus actos. No les importa a quién dañen: el caso es salir a flote, porque ―desde su corta visión- la vida es una selva y por tanto su ley es la del más fuerte.
Este tipo de personaje suele decir que el dinero es como un sexto sentido, sin él no podemos desarrollar los otros cinco. En otras palabras, estamos hablando del pragmatismo maquiavélico. Pragmatismo es el pensamiento que solo acepta las cosas por su valor práctico, por el provecho que se les pueda sacar; y maquiavélico, es el comportamiento definido por una famosa frase que ha marcado a Maquiavelo el fin justifica los medios. De este engendro "filosófico” se desprende que no importa a quién se aplaste, el caso es llenarse el bolsillo.
El pretexto para asumir una postura tan ruin sin tener complejo de serlo -porque a nadie le gusta reconocerse un indigente moral—es que los tiempos son duros y hay que "escapar“, lo cual converge con el "sálvese quien pueda" muy usado en buena parte del mundo―lo que me hace sospechar que hay un gran barco que se hunde. No deja de tener razón el "pícaro” en eso de que los tiempos son difíciles; pero su justificación me recuerda que quien no sabe bailar le echa la culpa al piso.
El escritor Eduardo Galeano describe este mundo patas arriba;
Caminar es un peligro y respirar es una hazaña en las grandes ciudades del mundo al revés. Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo: unos duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y otros duermen por el pánico de perder las cosas que tienen. El mundo al revés nos entrena para ver al prójimo como una amenaza y no como una promesa, nos reduce a la soledad y nos consuela con drogas químicas y con amigos cibernéticos.
Estamos condenados a morimos de hambre, a morirnos de miedo o a morimos de aburrimiento, si es que alguna bala perdida no nos abrevia la existencia.
Es la mentalidad que siembra la sociedad de consumo con su sacrosanta competencia, donde la tabla rasa que lo mide todo es el resaltar por encima de los demás a fuerza de tener. Vales en tanto tengas es el credo que sirve de motor impulsor a lo que llaman "modernidad" o “progreso". A base de propaganda, intentan convencernos de que esas son las reglas de la naturaleza; el mercado es competir, por tanto a unos les tocan ganar y a otros perder; tienes la oportunidad de ser un triunfador y si no lo logras no te puedes quejar “te toco", "la vida es así", no trenes "talento". Cada día se torna más, el mundo, una manada de lobos donde los pobres —inmensa mayoría— deben lanzar dentelladas para escalar y los ricos —cada vez menos- tienen que levantar muros para esconderse de la realidad y no caerse.
Si es cierto que esta época incrementa la injusticia con ese poderío diseminado desde una sociedad irracional, hay que decir que ningún tiempo ha sido fácil. En el siglo XlX Martí describe el suyo de esta manera:

¡Ruines tiempos, en que no priva más arte que el de llenar bien los graneros de la casa, y sentarse en silla de oro, v vivir todo dorado; sin ver que la naturaleza humana no ha de cambiar de como es, y con sacar el oro afuera, no se hace sino quedarse sin oro alguno adentro! ¡Ruines tiempos, en que son méritos eximio y desusado el amor y el ejercicio de la grandeza!
Por eso hay que crear un mundo distinto, donde el orden sea otro; donde rodos tengan, no esas ilusorias oportunidades, sino las reales; como la de pleno acceso a la educación y que sea ella -no el canibalismo- quien conduzca aI trabajo decoroso, algo que será´ un derecho en un mundo donde se mida al ser por lo que ES y no por lo que POSEE, v en el que cada cual tenga lo que tiene que tener.
En cualquier época han existido quienes buscan la felicidad en su crecimiento espiritual y quienes la buscan en la acumulación de objetos, desconociendo, estos últimos, que el primero de los bienes, después de la salud, es la paz interior, como dejo escrito La Rochefoucauld.
No te dejes arrastrar por quien esgrime al temporal como bandera de la piratería humana; a ese le podemos decir que el estado del tiempo lo da el lnstituto de Meteorología. Y, venga el cielo despejado o no; donde hay alma no hay fantasmas. El que se cree “vivo“, que "se las Sabe todas" y es un "bicho" porque escala ladinamente, no es más que un pobre ser vacio, con un proyecto de vida limitado y es el tiempo quien le pasa la cuenta: el medio más fácil de ser engañado es creerse más listo que los demás, Precisamente, la dificultad mayor de esos seres estriba en que desprecian e ignoran a los otros, quien se cree un hombre (o mujer) de éxito no escucha al supuesto perdedor, Por lo regular su mecánica de pensamiento lo lleva a tildarle de iluso, tonto; entonces no tienes más remedio que pensar como Courteline: pasar por idiota a los ojos de un imbécil es un placer de infinito buen gusto.
Un breve cuento del poeta Libanes Khalil Gibran Jalil, quien vivió entre los años 1889 v 1931, pone en juego estos valores;
Una vez un hombre desenterró en su camino una estatua de mármol de gran belleza. Y Se la llevó a un coleccionista que amaba todas las cosas bellas, y el coleccionista la compró por un alto precio. Y se separaron. Y mientras el hombre volvía a su casa con su dinero, pensó y se dijo a sí mismo: ¡Cuánta vida este dinero representa ¡¿Cómo puede alguien darlo por una simple piedra esculpida, muerta e ignorada en el seno de la tierra por un millar de años?
Mientras tanto, el coleccionista que estaba mirando su estatua y pensando, se dijo a si mismo: ¡Qué belleza! ¡Qué vida! ¡Qué sueño de alma grande! Y tan fresca como el suave dormir de un millar de años. ¿Cómo puede alguien dar todo eso por dinero, muerto y sin sueños?
Se que las carencias engendran miserias humanas, pero no porque la gente de bien pierda valores sino porque en los momentos duros se caen los antifaces y el verdadero rostro de cada cual queda al desnudo: en tiempos de bonanza cualquiera parece un caballero o venerada doncella.
Cuando quieras sopesar a un ser humano, no hay nada mejor para colocar en la balanza que su concepto de triunfo en la vida.
Solo estarás ante dos tipos de especie; los que buscan la vía mas fácil y rápida —no importa cuán turbia— para TENER y los que se trazan un largo sendero -no importa cuán empedrado― para llegar a SER. Valen, al final, los que se imponen retos a sí mismos porque saben que lo que hagas sin esfuerzo y con presteza, durar no puede ni tener belleza, al decir de Plutarco.
Vivimos ciertamente en días donde se intenta robotizar a la humanidad con la filosofía del mercado. Poderosos medios masivos expanden por el mundo la pseudocultura del TENER, la que les interesa a los mercaderes imperiales. Bajo el pretexto del entretenimiento nos embobecen proponiéndonos un modo de vida fatuo, sin espíritu, sin razón. De ahí que esté de moda la banalidad, la desilusión. Por suerte, habitamos una isla que se ha dedicado a enfrentar la ley de la selva —esa que le siembra colmillos a las personas para que se muerdan unas a otras en busca del estatus tasador. Pero no estamos A salvo de las influencias; por eso topamos, de cuando en cuando, con uno de los que ven en el hombre al lobo del hombre (léase también; mujer, y loba) y se refieren peyorativamente a la gente emprendedora, soñadora, desprendida, honesta y hasta creen, incluso, que esas virtudes son solo una máscara para ocultar el rostro de gente como ellos. Y es que, como dijo Martí: reconocer la virtud es practicarla. En eso se conoce al que es incapaz de la virtud, —en que no la sabe conocer en los demás. El hombre que lo niega todo, a quien se niega es a sí mismo.
Pena debemos sentir por los "picaros" que desperdician su vida llevando como máxima el eslogan de los mercaderes: time is money, que no quiere decir ―como dulcemente solemos traducir –el tiempo es oro (lo que, poéticamente, apruebo; el tiempo es algo muy valioso) sino el tiempo es dinero; con lo cual se pone al ser humano al servicio de las cosas, en lugar de estar las cosas al servicio de los seres humanos.
Nada de esto es nuevo: son las leyes económicas que rigen al capitalismo, las que han ido desarrollando, en la competencia de su mercado, la necesidad creciente de estimular a los consumidores. De manera que no es un mercado diseñado para satisfacer las necesidades del hombre (y la mujer): tienen que diseñar al hombre (y la mujer) para satisfacer las necesidades del mercado. Para que los compradores sean cada día más compradores y no decaiga la competencia, tienen que sembrar la sed de avaricia con más intensidad; de ahí que todos los mensajes que recibe un ser humano desde que se levanta hasta que se acuesta— mediante vallas, prensa, televisión, radio, etc. sean: compre, compre, compre, usted puede tener; puede ser tan importante como la estrella del cine, del deporte o equis duque o princesa, si logra tener lo que ellos exhiben. En la medida en que los medios masivos se desarrollan, este bombardeo deshumanizador es más intenso; pero, en esencia, son las viejas leyes que Martí interpreto desde sus génesis nada menos que en el Nueva York de 1886. Te propongo detenernos en este fragmento de un artículo que escribió entonces, para entender mejor esa ola de avaricia que baña a buena parte del mundo de hoy:
En este aire sin generosidad, en esta patria sin raíces, en esta persecución adelantada de la riqueza, en este horror y desdén de la falta de ella, en esta envidia y culto de los que la poseen, en esta deificación de todos los medios que llevan a su logro, en esta regata impía y nauseabunda, crecen los hombres de las generaciones nuevas sin más cuidado que el de si, sin los consuelos y fuerzas que trae la simpatía activa con lo humano, y sin más gustos que los que puedan servir para la ostentación del caudal de que se envanecen, o los que apagan los fuegos de la bestia o la fiera que desarrolla en ellos su vida de acometimiento y avaricia. No es el hermoso trabajo, ni la prudente aspiración al bienestar, sin el que no hay honor, ni paz, ni mente seguras: es el apetito seco, afeado por el odio y desdén a los oficios en que se la logra con honradez y lentitud. Lo que admiran es el salto, la precipitación, la habilidad para engañar, el éxito; y se fían en el que ha engañado más.
La existencia, ese tiempo y espacio del que disponemos para habitar el único mundo conocido hasta ahora; el de los vivos, debe aprovecharse buscando el enriquecimiento espiritual que es, a fin de cuentas, el que nos acerca a la felicidad. No es desdeñable la lógica aspiración a mejorar las condiciones materiales, pero el objetivo vital no debe ser TENER sino CRECER. Dijo un gran escritor indio, Rabindranath Tagore: el que lleva su farol a la espalda, no echa delante más que su sombra. Deja pasar al pícaro, ese no va lejos; proyéctate hacia el mañana cultivando virtudes y tendrás sorpresas en cada amanecer y la salud mejor ―la de quien vive en paz consigo mismo. El éxito es fácil de obtener, lo difícil es merecerlo, como escribiera Camus. No te propongas escalar sino respirar la vida y darle todo tu empeño a cada obra que te propongas; si te lo reconocen, bien, y si no, también; de todos modos eres como quieres ser.
El mal tiempo y el tiempo hermoso están dentro de nosotros, no fuera; en tus manos está tu felicidad. Tu mundo puede ser un poema si sabes leer los versos que te circundan a cada instante. Nunca pienses que eres poca cosa para emprender la más elevada maravilla. Si no me Crees a mí, escucha a Walt Whitman:
¡Quienquiera que seas¡, el movimiento y la reflexión
son para ti,
El navío divino surca el divino mar por ti.
¡Quienquiera que seas¡, eres el hombre o la mujer
por quienes la tierra es sólida y líquida,
Eres el hombre o la mujer por quienes el sol y la luna
están suspendidos en el firmamento,
Para nadie más que para ti son el presente y el pasado,
Para nadie más que para ti es la inmortalidad,
Cada hombre para si y cada mujer para si,
es la palabra del pasado y del presente,
y la palabra verdadera de la inmortalidad;
Nadie puede adquirir por otro ―nadie,
Nadie puede desarrollar por otro ——nadie.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Yo vivo para amar


Yo vengo de cualquier parte y ando por todos los siglos. Vago por calles y montes, gestos y libros, sueños y canciones con la absoluta libertad del espíritu errante que no se guarda nada para si. Sólo pretendo -es mi gran ambición- que, tras las coincidencias y discrepancias inevitables en el sendero de un puñado de razones aparezcas dispuesta(o) a estrechar esta mano tendida hacia la última verdad.
Quisiera tener rostro, pero soy hijo que filtra y asimila pensa­mientos de incontables seres que han dejado alguna idea como huella de su existencia. Aspiro a ser hondo y travieso, acorde con la noble herejía de esos fantasmas que me animan. Tampoco tengo nombre, pero para salvarme del anonimato -y por si quieres llamarme alguna vez- digamos que soy, en honor a un inseparable amigo común...
El diablo ilustrado

Debilidades: Tú no tenías ninguna. Yo tenía una: Amaba.

Bertolt Brecht estaría algo resentido con su amada, quizás por no ser plenamente correspondido, cuando define aquí al amor como una debilidad -aunque en el fondo esto no debe ser más que una ironía poética. Aún en el caso de que esa persona no se entregue con la intensidad con que uno lo hace, el amor es una fuerza; por eso coincido con Emerson: el que no ama ya está muerto.
Amar delirantemente es lo mejor que nos puede pasar, es el don más elevado de nuestra especie: nada como mirar el infini­to espacio circundante con los ojos de quien siente que no le alcanza la vida para darla.
Sólo el amor engendra melodía -escribió nuestro José Martí—, porque no hay música de la existencia humana que no se deba a él. La armonía de la vida, el equilibrio necesario para tener paz con uno mismo se debe, en buena medida, a la purifi­cación que seamos capaces de lograr cada día, ese intento de ser mejores que nos eleva hacia el amor.
Lo que se hace sin amor está condenado al fracaso .Hay quie­nes le otorgan al interés material la capacidad de inspirar obras perdurables; yo vivo convencido de que, hasta en los casos don­de haya mediado por alguna razón el dinero, han sido las grandes pasiones las creadoras de las verdaderas joyas: las del espíritu, las de la belleza. Dice (o canta,) el trovador Silvio Rodríguez, recrean­do una frase del Maestro: sólo el amor convierte en milagro el barro... sólo el amor alumbra lo que perdura... sólo el amor consigue encender lo muerto.
No por gusto el refranero popular ha dictado: el amor es la fuerza que mueve la tierra -aunque a veces tengamos la im­presión de girar contrario por la cantidad de cosas descabelladas y cavernícolas que se ven; tantas, que Eduardo Galeano define: El mundo al revés nos enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidar el pasado en lugar de escucharlo y a aceptar el futuro en lugar de imaginarlo: así practica el crimen y así lo recomienda.
Se refiere a la sociedad global mercantilista que nos propone un culto común y universal -sin detenernos en su utilidad o en su autenticidad- a lo nuevo por lo nuevo, simplemente por tenernos prendidos a la moda; moda que pretende crear un ser sin rostro, sin raíces: todos soñando con vestirse iguales, con comer lo mis­mo, anhelando objetos similares, adormecidos con ídolos especta­culares y huecos, todos por alcanzar el "nivel" que otorgan las marcas -patrón por el que proponen juzgar a las personas. Dice una canción de Rubén Blades y Willy Colón:
Era una pareja plástica, de esas que veo por ahí:
él pensando sólo en dinero, ella en la moda en París.
Aparentando lo que no son,
viviendo en un mundo de pura ilusión,
diciendo a su hijo de cinco años:
no juegues con niños de color extraño.
Ahogados en deudas para mantener
su estatus social de boda o cóctel.
Este ilusionismo, al alcance de unos pocos, es la zanahoria que pone el mercado de carnada para que saltemos como conejos
por la vida aspirando a ser el hombre (o la mujer) "de éxito". Pero lo peor es que, aun en el caso de que la mayoría -o la tota­lidad de los habitantes del planeta- tuvieran esa remota posibili­dad, seríamos un mundo de marionetas fabricadas en serie, sin tradiciones, sin peculiaridades, sin identidad. Volviendo a la can­ción de Blades y Colón:
Era una ciudad de plástico, de esas que no quiero ver,
de edificios cancerosos y un corazón de oropel.
Donde en vez de un sol amanece un dólar,
donde nadie ríe, donde nadie llora,
con gentes de rostros de poliéster,
que escuchan sin oír y miran sin ver,
gente que vendió, por comodidad,
su razón de ser y su libertad.
A pesar de esa brutal irracionalidad de nuestro tiempo, tú y yo sabemos que todo es muerte menos el amor. Con él nos salva­mos y él sabrá diseminarse por entre los mortales como la única "epidemia" capaz de hacer la luz que nos saque de la prehistoria
Durante los siglos han sido muchas las definiciones que se te han dado. Platón -filósofo de la antigüedad- decía: el amor es una enfermedad mental muy grave. (¡Viva el estado de coma! ¿Verdad?) Y pensar que a los enamorados cándidos les dicen que sufren de amor platónico. Ya ves, Platón era un filó­sofo que hoy mandaría a los románticos al psiquiatra. Hay quie­nes creen todavía, que los apasionados son gente turbada, tonta, que lo toma todo con demasiada "lucha" y por eso su: te vas a morir joven compadre, coge las cosas con calma, no seas iluso.
Napoleón, por su parte, afirmaba, con su psicosis bélica: la única victoria sobre el amor es la contienda. Lo cual me pare­ce muy sabio; muchos creen -erróneamente- que una vez conquistado un objetivo, digamos el corazón y el cuerpo de otra persona -simplificándolo como ese viaje desde conocerse has­ta llegar a la cama-, ya se alcanzó la victoria. Y el amor es una guerra -en el buen sentido de la palabra, y si tal palabra lo puede tener- que nunca acaba, cuando se plantea como una lucha por llegar más lejos en ese otro ser -y con ese otro ser, en el caso de la relación de pareja-, o un reto que se traza uno consigo mismo ante el horizonte, como una exploración hacia los más divinos y remotos parajes de la perfección o la compenetración humana.Los que llegan a creerse que ya arribaron a la cima del amor comienzan a rodar cuesta abajo pues, precisamente, amar es como cavar indeteniblemente hacia la suprema felicidad que nun­ca se tiene del todo, gracias a un detallito: el alma es insondable. Trátese en el sentido de pareja o en otro cualquiera -digamos en la dedicación hacia un oficio, los estudios, en fin, una determinada acción que realicemos-, quien pierde la capacidad de asombro, la entrega total delirante, el actuar cual si le fuese en ello la vida, está marchitándose y se desliza hacia la mediocridad. De ahí que sea partidario de la máxima quien quiera aprender del amor, nunca dejará de ser alumno.
El amor es todo, lo demás es su contrario. Puede parecer muy abierta está definición pero, en esencia, los valores se dirigen al amor y estos le deben su precio a los antivalores. Digamos que el peso de un valor lo da el antivalor. ¿Qué importancia podríamos darle a una alegría no perseguida por la tristeza.7 ¿Cuanto podría­mos apreciar la vida de no estar amenazada por la muerte. ¿Cuan necesaria nos resulta una persona si no tememos perderla. La risa vale tanto porque existe el llanto.

Nunca se aprecia en su justo valor vivir como cuando se ha estado cerca de la muerte; es ante el peligro mortal que com­prendemos lo maravilloso de la existencia. Claro, no podemos medir los conceptos en abstracto y hay que ubicarlos en cada experiencia concreta: una guerra pudo ser buena si no quedaba otra alternativa para alcanzar la libertad; una mentira pudiera hasta salvar a alguien y causar un dolor pudiera ser una cura, por eso en todo hay que ir a la esencia, más allá de simples defini­ciones epidérmicas. Pongamos ejemplos elementales: una infección o una operación es punzar o herir a una persona, pero en estos casos el objetivo es sanar; puede que a alguien en mal esta­do físico haya que evitarle una verdad porque le resultaría letal. No se puede ser simplista; aunque en principio la paz, la verdad, la solidaridad, la ternura deben ser los valores que rijan cada paso nuestro, hay que analizar cómo se aplican en cada ocasión, por­que una interpretación extrema de una palabra puede ser tergi­versarla.
Dice una frase popular haz el bien y no mires a quién y creo que lo importante es actuar siempre llevado por el desprendi­miento, el altruismo, la bondad, el desinterés; esa manera de existir siempre es premiada por la vida.

AMOR es una palabra muy manoseada, pero no puede tener otra definición que la más elemental: sentimiento (o conjunto de ellos) elevado y puro de una persona hacia otra, hacia pro­yectos, hacia el mundo que le rodea, o imagina, o lucha por crear. Más allá de eso, cada cual tiene el derecho de llamar amor a lo que desea y así, ha quedado el término asociado a simple atracción física, a elemental empatia espiritual; hay quien usa la palabra para sacar un provecho de otro o hasta quien se disfraza con ella. Ahora bien, el que la emplee en un sentido que no esté directamente ligado a la pasión más arrolladora, noble y desprendida, está violándola.

Todos hemos nacido para el amor... es el principio de nuestra existencia, como también es el fin. Coincido con Disraeli, lo que se hace sin él está vacío, hueco.Los que sobreponen inte­reses o simplifican a placeres elementales el amor, están consu­miendo un simulacro de vida y van por el mundo muertos, aun­que no lo sepan.

Cada ser quiere hallar el amor y el amor, a su vez, rebasa lo que puedan alcanzar todas las miradas; es como una infinitud que está en cualquier lado y dichoso aquel que tiene alma para pene­trar sus exquisitos misterios y llenarse con la mayor cantidad de él aunque nunca lo abrace.
El amor está a nuestro alrededor, en todo lo que nos circunda, esperando por las almas que den con él. Quiero dejarte con un texto en el que este sublime sentimiento se dirige en varias direc­ciones. El enamorado, muy joven, le escribe a una muchacha llamada Blanca, en una noche de lluvia, una especie de cartacuento. Está sufriendo el exilio en España y se mezclan las nostal­gias por su patria oprimida con la de romances sin sentido. He aquí uno de esos casos excepcionales en que, por amor, hacen hasta una guerra -y para que no cupieran dudas de su espíritu de paz, le puso a esa guerra un apellido: necesaria.

Pasa cuidadosamente por estas líneas de nuestro José Julián Martí, a sus 22 años:
Ni patria, ni amor. ¿Entiendes tú que un corazón lata en vano, y no sepa el miserable por qué late? ¿Entiendes tú, que un alma se sienta repleta de vigor, ardiente para amar, henchida con in­tentos generosos, —y no sepa en qué ha de emplear su fortaleza, ni encuentre cosa digna de poseer sus ansias ni halle dónde ver­ter su generosidad? —Así vivo yo. Yo siento en mí una viva nece­sidad, un potente deseo, una voluntad indomable de querer: yo vivo para amar: yo muero de amores, —y he querido encamarlos en la tierra, y una fue carne y otra vanidad, y otra mentira y otra estupidez, y entre tantas mujeres para los ojos, no halló el alma una sola mujer.
La patria me ha robado para sí mi juventud.
Mi corazón se va lleno de ira de esas necias criaturas que lo usan, que lo desean, que lo aman quizás, pero que no son capaces de entenderlo. —Y vivo cadáver, encerrado en ex­traño país; —avergonzado de tanto necio amor. Y vivo muer­to. Si hallas tú alguna vez unos ojos más claros que la luz, más puros que el primer amor, más bellos que la flor de la inocencia; —para mí los guarda, para mi ansiedad los educa, dilo al instante, hermano mío, a esta alma enamorada que se muere por no tener a quién amar.

Entrando en materia

Como amanecer infantil con juguete nuevo, me entusiasma la idea de hacer este blog, a partir, evidentemente del libro EL DIABLO ILUSTRADO, sin ánimos de plagio y con muchas ganas de enriquecer ese camino de humanidad , solidaridad y amor abierto por ese desconocido, de manera que tanto el autor del libro como de este blog somos nosotros. Al sentirme un Diablo Ilustrado mas, quiero ser un trampolín para darnos a conocer aprovechando las nuevas tecnologías, y dar acceso a la vida y al amor a aquellos que todavía dudan.
El Diablo Ilustrado.es

sábado, 26 de julio de 2008

...Hablo de Cuba...

Soy de un lugar, donde la gente vive del amor, porque no queda otra, me han dado del Congo, del carabalí, de la madre patria, de todo lo que dejo dios de lado en esa semanita tan ajetreada, pero lo que me da de comer es un corazón que no cabe en mis calles destruidas, en mi malecón, en mi habana sin luz, los mosquitos, la acera, el domino, los apagones y algo más.
Se nota que habla un amante de su tierra, de sus costumbres, de su gente, que como tantos, ya no la tiene y por eso la añora mas. La vida real es un tin mas dura, y por eso nos da tanto miedo, pero lo que es imposible de borrar es el tatuaje en el corazón que nos ha dejado la tierra de los que no tienen nada que perder.
No sé quien leerá esto ,o si alguien, alguna vez, se interesará por algo así, realmente, lo hago por necesidad personal, como una forma de exteriorizar un poco, este dolor de no estar con los míos y de tener la oportunidad de ver el mundo "desde otra óptica", y ahora que lo veo, no estoy seguro de si es lo que anhelaba.
Esto casi siempre me sucede cuando logro dar con un buen disco de Pablo o Buena Fe, o un buen libro que me recuerde de donde vengo , pero no creo que sea negativo en lo absoluto , siempre que sirva para sacarme palabras que no conocía y que una vez más me hacen asombrarme de mi mismo, alguien que sabe como amar , palabra en peligro de extinción en estos días, que no sé si me ha hecho más fuerte o más débil, pero me siento feliz de saber que ,de vez en cuando, me eriza o me saca una lagrima que la trago nuevamente para que los incomprensivos no me vean como el rarito, porque falta tanto amor que ya nadie lo comprende ni se identifican con él, por eso estoy aquí, por eso escribo , para que quede constancia de que todavía existimos, todavía quedamos, todavía hay corazones que laten.

jueves, 26 de junio de 2008

Bienvenidos al Amor

Ahora sería el momento de hacer presentaciones, pero creo que ya conocen de mis andanzas, así que......solo me queda seguir enriqueciéndote con nuestras experiencias, mi mayor anhelo es saberte amad@, vamos a andar..........